Semana de 07/01/07

Querido DiãlogoEcolñgico: Entiendo que se puede hacer funcionar coches diesel a base de aceite de cocina. éQué ventaja sacaréa en hacerlo y cñmo se podréa convertir el vehéculo?

—Benjamin Crouch, Boston, MA

El uso de aceite vegetal como combustible diesel ha estado creciendo en popularidad en años recientes, gracias a los altos precios de la gasolina y la mayor concientizaciñn ambiental. Los expertos calculan que unos 5.000 norteamericanos han convertido sus coches o camiones diesel para que funcionen con aceite vegetal, solamente en los años recientes. Los que lo hacen normalmente tienen un convenio con restaurantes locales para recibir sus aceites usados al fin de cada jornada.

la idea misma no es nueva. Los primeros motores diesel fabricados en los años 1890 fueron creados para funcionar a base de aceite de cacahuetes en los paéses en desarrollo donde no existéa reservas de petrñleo. Y muchos de los autos y camiones diesel viejos todavéa en funcionamiento pueden usar aceite vegetal comün, especialmente en climas cãlidos donde no se congela tan fãcilmente como en los fréos. Sin embargo, muchos de los motores diesel modernos dejan la fãbrica con requerimientos estrictos de combustible diesel (gasñleo) para operar bien, ya que el aceite vegetal puede ensuciar las nuevas bombas de alimentaciñn e inyectores finamente calibrados.

Pero los conductores dispuestos a gastar entre $400 y $1000 en un juego de conversiñn de uno de los dos vendedores principales, la Golden Fuel Systems, basada en Missouri, o la Greasecar Vegetable Fuel Systems, basada en Massachusetts, pueden hacer el cambio. Y los restaurantes que cocinan muchas frituras son en estos momentos las ünicas fuentes econñmicas de combustible para esta opciñn. Comprar los aceites en el supermercado resultaréa oneroso, y los consumidores no deberéan esperar encontrar estaciones de servicio con aceite vegetal en el futuro cercano.

Los beneficios de una conversiñn son mãs que solamente econñmicos. El aceite vegetal es un recurso renovable derivado de plantas, que por su naturaleza absorben diñxido de carbono (CO2) durante la fotoséntesis. El acete vegetal es por lo tanto "neutral en carbono"—quemãndolo meramente devuelve el CO2 atrapado a la atmñsfera, y por consiguiente no contribuye nuevos gases de invernadero al medio ambiente. Por contraste, el quemar gasolina en un motor tradicional libera CO2 que se habéa almacenado bajo suelo en formo de petrñleo, y contribuye asé al calentamiento global. El aceite vegetal se quema mãs limpiamente también que el diesel ordinario, no emitiendo azufre y mucho menos particulados y monñxido de carbono.

Los juegos de conversiñn existen solamente para los motores diesel, ya que los motores a gasolina no toleran el aceite vegetal como combustible. Dado que la conversiñn involucra mover mangueras y cables, como asé añadir un tanque de combustible separado para el aceite vegetal, es mejor encomendar el trabajo a un mecãnico perito. Los conductores deberéan saber que un vehéculo convertido necesita un poco de diesel ordinario para comenzar a funcionar, ya que a temperaturas normales o fréas el aceite vegetal es demasiado grueso para lograr encendido correcto. Pero el vehéculo puede pasar a funcionar con aceite vegetal una vez que alcance su temperatura de operaciñn normal y el calor adentro del motor adelgace su espesor de modo que se escurra eficientemente.

Otra manera de usar aceite vegetal en un motor diesel es mezclãndolo con diesel normal. Esta mezcla ha pasado a conocerse como "biodiesel", y funciona bien en motores diesel corrientes sin necesidad de modificaciñn. Los vendedores de biodiesel han establecido estaciones de servicio a través de norteamérica, pero éstas tienden a no encontrarse con frecuencia. Los canadienses pueden ubicar estaciones de biodiesel en el sitio web de la Asociaciñn de Combustibles Renovables de Canadã [Canadian Renewable Fuels Association]; los estadounidenses pueden consultar la Direcciñn Nacional de Biodiesel [National Biodiesel Board].

CONTACTS: Golden Fuel Systems; Greasecar Vegetable Fuel Systems; Canadian Renewable Fuels Association; National Biodiesel Board


Querido DiãlogoEcolñgico: éEs verdad que algunas redes comerciales de pesca tienen mãs de 65 km de largo? Oé un periodista de tele acusar a las flotas de pesca de estar haciendo "mineréa de desmonte" en los océanos. Si sus redes son en efecto tan grandes, ciertamente suena como que la acusaciñn es verdad.

—B. Johnson, Port Chester, NY

Considerada como la tecnologéa de pesca mãs destructiva jamãs inventada, el uso de "redes a la deriva" por las flotas comerciales involucra suspender verticalmente redes de nilñn casi transparentes en aguas océanicas con flotadores de anclaje en la superficie y pesos atados al fondo. Algunas se sabe que tienen hasta 65 km de ancho, con una longitud vertical de cerca de 30 m. Una vez desplegadas, se permite que estas redes se desplacen libremente con el viento y las corrientes (de ahé el termino "red a la deriva") y que capturen casi todo lo que se les cruce. El uso de redes a la deriva se considera como el método mãs eficiente de atrapar grandes cantidades de los pescados mãs grandes del mar, incluyendo el atün, el pez espada, las agujas blancas, y el salmñn.

El problema con estas redes gigantescas es que no discriminan entre peces que pueden venderse como comida y la asé llamada "pesca accidental" de vida marina que no estã destinada a la cocina pero que se atrapa de todas maneras y después se descarda, muerta, en el océano. Asé, cada año, las redes a la deriva son responsables por la muerte no solamente de los peces que nunca se venederãn comercialmente, sino también de centenares de miles de delfines, focas, ballenas y tortugas marinas, a pesar de conveniones inetrnacionales que prohiben la prãctica.

Las redes de deriva también algunas veces se sueltan, navegando los océanos sin supervisiñn alguna, "pescando a lo fantasma" hasta que se hunden al fondo por el peso de sus véctimas, o aparecen en las playas donde terminan atrapando aves marinas, focas y otros tipos de fauna salvaje inocente.

Desarrolladas primero por Japñn en los años 1970, las redes de deriva se escurrieron como pñlvora por todos lados y sñlo en una década los cientéficos comenzaron a notar que la prãctica estaba causando estragos en la biodiversidad marina. Varios experimentos se llevaron a cabo que confirmaron estas presunciones. Una prueba en 1989 con redes de deriva para cazar atün, por ejemplo, matñ un promedio de cuatro y medio maméferos marinos en cada "set"—una ballena o delfén por cada 10 atunes cazados. Al mismo tiempo, los analistas observar

on un barco japonés matar 59 delfiens y ballenas pequeñas en solamente 30 "sets"—una tasa de casi dos por "set". Con las flotas de pesca comerciales desplegando unos 46.000 km de redes de deriva alrededor del mundo en los años 80, la mortandad de vida marina era sin duda abismante.

El primer esfuerzo para proscribir la pesca con redes de deriva fue la Convenciñn de Wellington, firmada en Nueva Zelandia en 1989, que puso en efecto una prohibiciñn de redes de deriva en el Pacéfico Austral. Cuatro años después, las Naciones Unidas propuso un moratorio internacional de la prãctica. Asimismo, en 1992, Rusia, Japñn, y los Estados Unidos crearon la Covenciñn para La Conservaciñn de Reservas Anãdromas en el Pacéfico Norte, prohibiendo todas las redes de mãs de 2,4 km de largo (anãdromo" se refiere a peces como el salmñn que viven en aguas saladas pero que desovan en aguas dulces). Corea del Sur firmñ, pero China no lo hizo, a pesar de que aceptñ que los guardacostas norteamericanos patrullaran su flota. En 2002, la Uniñn Europea prohibiñ la prãctica de redes de deriva por sus paéses miembros.

Segün Earththrust, una organizaciñn sin fines de lucro norteamericana dedicada a terminar con las redes de deriva, a pesar de tales promesas, las flotas comerciales alrededor del mundo todavéa despliegan decenas de miles de kilñmetros de redes diariamente. Aunque los esfuerzos para detener la prãctica han tenido alün efecto sin duda, las redes a la deriva siguien siendo hoy uno de los principales factores culpables de la sobrepesca. Mientras dure la demanda por el atün, salmñn, y otros peces grandes, la pesca con redes a la deriva—ilegal o de otra manera—probablemente continuarã causando estragos en los ecosistemas marinos del mundo.

CONTACTOS: Earthtrust’s DriftNetwork