Un posible resultado de nuestro uso derrochador de combustibles fósiles podría ser otra Edad de Hielo. Una inyección de aguas frescas frías en el Atlántico del Norte, precipitada por el calentamiento global y el derretimiento de casquetes polares y glaciares podría cancelar la Corriente del Golfo, un canal submarino de aguas océanicas tibias que se desplaza al norte del Caribe y modera temperaturas en los Estados Unidos de la costa este y Europa Occidental. En esta imagen la Corriente del Golfo (mostrada en amarillo) se puede observar desplazándose al noreste cerca de la costa oriental de los EE.UU.© Donna Thomas/MODIS Ocean Group
Aunque nadie puede estar seguro de lo que y cuãn severos serãn los efectos del calentamiento climãtico global, es enteramente posible que nuestro uso derrochador de hidrocarburos podréa detonar una edad de hielo. La teoréa va que una inyecciñn de aguas frescas fréas en el Atlãntico del Norte, precipitada por el calentamiento global y el derretimiento de casquetes polares y glaciares podréan cancelar la Corriente del Golfo, un canal submarino de aguas océanicas tibias que se desplaza al norte del Caribe y modera temperaturas en los Estados Unidos de la costa este y Europa Occidental.
El resultado, algunos cientéficos especulan, podréa ser un regreso a las condiciones de una edad de hielo. En el peor caso, glaciares y temperaturas bajo cero haréan grandes zonas del mundo civilizado inhabitables y exterminaréan muchésimas especies incapaces de mudarse o adaptarse. Una versiñn menos horrible todavéa causaréa inviernos amargamente fréos, sequéas, desastres mundiales de desertificaciñn y cosechas, y guerras de recursos a través del globo.
Por supuesto, a través de la historia en tiempo geolñgico el planeta ha aguantado vastos cambios en temperatura y muchas edades de hielo y calentamientos subsiguientes. La ültima edad de hielo mayor alcanzñ su punto mãximo unos 20.000 años atrãs, cuãndo capas extensas de hielo cubrieron grandes partes de lo que nosotros ahora llamamos Norteamérica, Europa y Asia. Muchos cientéficos del clima creen que el planeta oscila entre peréodos mãs tibios y mãs fréos sin intervenciñn humana debido a varios factores relacionados a su sendero orbital y también variaciones en el nivel de calor del Sol en una escala milenaria—y que actualmente nos dirigimos naturalmente hacia otra edad de hielo, sin incluir las emisiones de gas invernadero durante docenas de milenios venideros.
Pero otros creen que quizãs esas mismas emisiones nos salven de las agonéas heladas de otra edad de hielo. En un estudio publicado el 4 de septiembre de 2009 en la revista Science, los investigadores informan que los cambios climãticos inducidos por los seres humanos estãn probablemente rechazando lo que se presuméa haber sido un descenso inevitable a una nueva edad de hielo basada en datos completos recogidos a través de varias regiones ãrticas en años recientes.
El estudio encontrñ que después de una caéda lenta en temperatura de menos de un medio grado Fahrenheit por milenio a consecuencia de un cambio céclico en l
a orientaciñn del Polo Norte y el Sol, el Artico se calentñ solamente unos 2,2 grados desde 1900, con la década de 1998 a 2008 el peréodo mãs caliente en 2.000 años. Sin intervenciñn humana, los investigadores esperaréan que las temperaturas de verano en el Artico se enfriaréan por aproximadamente otros 4.000 años a medida que el Polo Norte se aleja aün mãs del Sol, pero de hecho, los investigadores creen, el calentamiento climãtico estã invirtiendo esta tendencia.
“La tendencia lenta de enfriamiento es trivial comparada al calentamiento que ha estado sucediendo y eso estã en proceso,” informa el autor principal de estudio Darrell S. Kaufman de la Universidad de Arizona. Por supuesto, sñlo el tiempo podrã determinar si nuestra inundaciñn relativamente a corto plazo de contaminantes tendrã un efecto pronunciado a largo plazo en el calentamiento/enfriamiento de la dinãmica de la escala geolñgica del planeta. Mientras tanto, la mayoréa de los individuos y gobiernos responsables estãn trabajando para reducir sus huellas de carbñn y tratar de excluir a los seres humanos de la ecuaciñn climãtica de una vez por todas. Optimésticamente hablando, los biznietos de nuestros biznietos estarãn aun en el planeta para agradecernos.
CONTACTOS: Science Magazine
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