Semana del 6/3/11

© David R. Tribble

Querido DiálogoEcológico: Oí que los beneficios ambientales del gas natural para la generación de electricidad son muy exagerados y que no es tan ecológicamente amistoso como la industria nos haría creer. ¿Qué piensan Uds.?

— D. Montcalm, Brewster, NY

En nuestro mundo cada vez más constreñido por el carbón, el gas natural (también conocido como metano) sigue saliendo como una fuente potencialmente más limpia de combustible para la generación de electricidad que el carbón, actualmente la fuente principal de electricidad de la nación. Los partidarios del gas natural aseveran que cuando se quema este engendra 50 por ciento menos gases invernaderos que el carbón cuando quemó. Y desde que el gas natural está más extensamente disponible que nunca, gracias a más nuevas y eficientes tecnologías de extracción—aunque a veces dañinas al ambiente—algunos piensan que debería estar jugando un papel más grande en la transición a la economía sin carbón, el más sucio de todos los hidrocarburos. Hoy más de 50 por ciento de la electricidad generada en EEUU viene del carbón; el gas natural representa menos del 20 por ciento.

Pero los científicos no están muy seguros que el gas natural debería jugar algún rol en la resolución de la crisis del clima. Un análisis del año 2007 del ciclo útil de la producción, distribución y consumo de gas natural, encontró que cuando uno tiene en cuenta las emisiones totales asociadas con no sólo el uso final del gas natural sino también su extracción y distribución—mucho de éste puede escaparse cuando se saca del suelo o se mete en los gasoductos hacia las centrales eléctricas y otros clientes—no parece mucho más limpio que el carbón después de todo.

La Agencia de Protección del Medio Ambiente de EEUU (EPA) dice que los empalmes sueltos y las descargas intencionales de gas por motivos de seguridad en los gasoductos causan emisiones anuales de gas invernadero que rivalizan la cantidad producida por 35 millones de coches cada año. El Banco Mundial estima que solo las emisiones de las operaciones de extracción de gas natural representan más de un quinto de la carga total de metano en la atmósfera lo que afecta el clima.

“Cuando los científicos evalúan las emisiones de gas invernadero de diversas fuentes de energía a través de su ciclo útil completo e integran el metano emitido durante la producción, la ventaja del gas natural sólo se mantiene cuando se quema en plantas más modernas y eficientes,” indica Abraham Lustgarten en el sitio web investigativo de noticias, ProPublica. “Pero aproximadamente la mitad de las 1.600 centrales eléctricas a gas de Estados Unidos operan al extremo inferior del espectro de eficiencia”.

Agrega que, aunque la central eléctrica media a gas de EEUU emite 40 por ciento menos gases invernaderos que una planta típica de carbón, unas 800 plantas ineficaces ofrecen sólo una mejora de 25 por ciento. El hecho que el metano es un gas invernadero muy poderoso—la EPA dice que el metano es 20 veces más efeciente para atrapar calor en la atmósfera que el bióxido de carbono (CO2) —lo hace todavía menos atrayente como reemplazo para el carbón.

“El problema es que usted construye una planta de gas que puede durar 40 años,” declaró a ProPublica James Rogers, gerente general de Duque Energy, una de las compañías más grandes de energía en EEUU. “Ese es un puente largo. ¿Qué pasa si, con revelaciones acerca de las emisiones de metano, resulta sólo en una reducción de 10 o 20 por ciento de carbono del carbón? Si eso es verdad, el gas no es la panacea”. Rogers mismo es un partidario de limitar las emisiones de gas invernadero.

Pero con la administración de Obama todavía muy interesada en minar las reservas domésticas de gas natural para reducir nuestra dependencia en el petróleo extranjero, es probable que el gas natural continúe jugando un rol en la combinación de energía por un tiempo indefinido.

CONTACTOS: ProPublica; Duke Energy.


© Ryan McVay, Thinkstock
Querido DiálogoEcológico: ¿No es un despilfarro que compremos agua en botellas plásticas cuándo se obtiene básicamente gratis de nuestras llaves? Inclusive las tiendas de alimentos naturales, que deberían saber mejor, las venden como loco. ¿Cuándo se convirtió el recurso natural más abundante y gratis de la Tierra en una “bebida” comercial?

— A. Jacobs, por correo electrónico

El agua embotellada ha sido una bebida comercial de gran venta alrededor del mundo desde las postrimerías de la década del ochenta. Según el Instituto Worldwatch, el consumo global de agua embotellada se ha más que cuadruplicado desde 1990. Hoy los norteamericanos consumen más de 30 mil millones de litros de agua de unas 50 mil millones (en su mayor parte de plástico) botellas todos los años. La Beverage Marketing Association (Asociación de Mercadeo de Bebidas) reporta que en 2008 el agua embotellada comprendía más del 28 por ciento del mercado de bebidas de refresco de EEUU. Las únicas bebidas embotelladas que los norteamericanos consumen más a menudo son gaseosas como Coke y Pepsi.

Y francamente, sí, es un desecho ridículo que obtengamos tanto de nuestra agua de beber de esta manera cuando fluye gratuita e igualmente bien si no mejor de la llave de agua potable. Según el Earth Policy Institute (EPI), unas 2,7 millones de toneladas de plástico derivadas del petróleo se utilizan anualmente para embotellar agua alrededor del mundo. “La fabricación de botellas para satisfacer la demanda de los norteamericanos por el agua embotellada requiere más de 1,5 millones de barriles de petróleo anualmente, combustible suficiente como para abastecer 100.000 coches en EEUU por un año,” dice el investigador de EPI Emily Arnold. Y simplemente porque podemos reciclar estas botellas no significa que lo hacemos: El Container Recycling Institute informa que 86 por ciento de las botellas plásticas en EEUU acaban como desecho o basura.

Los costos financieros a los consumidores son altos, también: Según el Grupo de Trabajo Ambiental (EWG), el agua embotellada cuesta hasta 1.900 veces más que el agua corriente. Y el Consejo de Defensa de Recursos Naturales (NRDC) reporta que 90 por ciento o más del dinero que los consumidores gastan por el agua embotellada paga por todo excepto el agua misma: embotellado, envase, envío, mercadeo, otros gastos—y, por supuesto, las ganancias.

El EWG está abismado especialmente con la falta de transparencia por parte de embotelladoras de agua prominentes con respecto a sus fuentes de agua, si es purificada o no, o si ha sido probada para determinar si contiene contaminantes. Según una inspección reciente por el grupo, 18 por ciento de las 173 aguas embotelladas en el mercado de EEUU no listan en la actualidad la ubicación de sus fuentes; y un tercio no revelan nada acerca del tratamiento o pureza del agua dentro de sus botellas plásticas.

“Entre las diez marcas de gran éxito de ventas, nueve—Aquafina de Pepsi, Dasani de Coca-Cola, Geyser de Crystal y seis de siete marcas de Nestlé—no contestan por lo menos una de esas preguntas,” reportea EWG. Sólo Pure Life Purified Water de Nestlé “revela su fuente geográfica específica de agua y método de tratamiento …y ofrece un número 800, sitio web o la dirección donde los consumidores pueden solicitar un informe de prueba de calidad de agua”.

EWG recomienda que los consumidores resistan el impulso de comprar agua embotellada y favorecer en su lugar el agua corriente filtrada. “Ahorrará dinero, beberá agua que es más pura que el agua corriente y ayudará a resolver el exceso global de botellas plásticas,” el grupo aconseja, agregando que apoya estándares federales más estrictos para imponer el derecho de los consumidores para saber lo que está en su agua embotellada aparte del agua. Hasta que llegue ese día, los consumidores concernidos deben chequear la Tarjeta de Resultados de Agua Embotellada de EWG, un sitio web gratis que proporciona información sobre varias marcas de agua embotellada, donde se originan y si y cómo son tratadas para quitar contaminantes.

CONTACTOS: Worldwatch Institute; The Beverage Marketing Association; EPI; EWG; NRDC.